HISTORIA DE UN SUICIDA


                     


 Y una mañana descubres que todos tenemos algo de suicidas.
Así podríamos plantearnos la última nouvelle de José Antonio Sau.  
 Muchas veces exponemos a los seres más cercanos a sufrir daño o perjuicio, al límite del aguante emocional, al desengaño. Y todo por nuestra culpa, por nuestro egoísmo: por buscar otros placeres y protagonismo, otros caprichos. 
 Y cuando llega el momento de hacer examen de conciencia y echar la vista atrás, de enfrentarse al desastre y replantearse la vida, nos vemos al borde del precipicio, abocados al suicidio.  
 Demasiado tarde, ahora las consecuencias de nuestros actos determinan nuestro destino, pero también el de los que te ven desde abajo y se ven expuestos. 
 Somos insensatos con nuestros actos, tan volátiles como caprichosos. A veces olvidamos que lo que te mantiene en pie y en equilibrio, en orden, son los seres queridos. 
Y ahora ves que los perdiste, que te dejaste ir, que nada tiene arreglo. 
 Hay vacíos que nos buscamos nosotros mismos, mierdas que salpican.
Así de ciegos, de locos y egoístas, podemos llegar a ser si nos dejamos llevar por el mal camino. Y reconstruir ese enorme fracaso, ese vacío emocional, ya es del todo imposible. Tienes la muerte bajo tus pies, el fracaso de tu paso por esta vida, la certeza de que no eres el único que embarró su vida, los de abajo también. 
 Gracias por tu historia de un suicida, gracias por ayudarnos a pensar y meternos en el abismo de los que creyeron ser mejores y salir ilesos de sus actos. 
Ya lo dijo Fiódor Dostoyevski: Somos adictos a lo que nos destruye.
Y una mañana te ves al borde del vacío... Fernando Ojeda



Comentarios

Entradas populares